La integración laboral no sólo comporta la obtención de independencia económica, sino que también desempeña un papel crucial en la configuración cotidiana de nuestras vidas. De acuerdo con Hernández Díaz y Millán Tapia (2015), facilitar el acceso al ámbito laboral para las personas con discapacidad se revela como un requisito ineludible para conseguir su plena inserción en la sociedad.
Diana Cabezas Gómez (2021), en el artículo Hacia una sociedad inclusiva: la incorporación al trabajo de personas con discapacidad resalta la influencia del trabajo en la identidad, autoconcepto y autoestima. Éste actúa como catalizador para interacciones significativas, mejora de ingresos y acceso a bienes, así como un estímulo para el desarrollo personal. Aunque el trabajo se concibe como medio, su impacto determina significativamente en nuestra realización individual y en la cohesión social y familiar.
El acceso al trabajo y su impacto depende de diversas variables: ingresos y estabilidad económica, inclusión laboral y creación de redes sociales, autoestima y autoconcepto, bienestar emocional, adquisición de habilidades, salud mental y física, siendo un estabilizador de estado psicosocial, empoderamiento y autonomía.
Los factores que entran en conflicto con la contratación de este colectivo en las empresas suelen ser, entre otros, el desconocimiento del concepto de diversidad, la indiferencia hacia este colectivo, los prejuicios, la sobreprotección y la discriminación.
La inclusión laboral es un paso fundamental hacia una sociedad más justa y diversa, en la que todo el mundo tiene la oportunidad de alcanzar el máximo potencial.
Podemos afirmar que el impacto del acceso al mercado laboral a las personas con diversidad funcional se correlaciona positivamente con una mejor calidad de vida. Para que, en efecto, se dé esta correlación, es necesario aportar estrategias y metodologías que aboguen por una contratación equitativa y accesible para todas las personas pertenecientes a un colectivo vulnerable.
No podemos olvidar que el mercado laboral español presenta ciertas dificultades a tener en cuenta; uno de los grupos más vulnerables en este contexto son las mujeres con discapacidad en edad de trabajar. Según varios estudios, mujeres con el certificado de discapacidad en vigor enfrentan una situación más precaria a nivel laboral en comparación con los hombres, con mayores tasas de inactividad.
A pesar de los avances en políticas de igualdad y oportunidades, las personas con discapacidad enfrentan obstáculos arraigados como el estigma, la discriminación y la falta de accesibilidad a los entornos laborales. Aunque la sensibilización progresa, la tasa de actividad se mantiene en escaso 34%, y la mayoría de los contratos se formalizan a través de Centros Especiales de Empleo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La baja participación laboral de este colectivo encuentra sus raíces en diversos factores, incluido el abandono escolar y la falta de apoyos educativos. Alumnos con discapacidad a menudo se ven obligados a abandonar sus estudios debido a dificultades de aprendizaje, hospitalizaciones o problemas de movilidad, y los centros educativos a menudo carecen de los recursos necesarios para proporcionar adaptaciones y soportes adecuados.
Superar estos desafíos implica impulsar la formación, eliminar barreras educativas y brindar orientación tanto a nivel formativo como laboral. Además, es esencial transformar las percepciones negativas en las empresas, abogando por la formación y creyendo en el potencial de las personas con discapacidad.
Los prejuicios persistentes en las familias actúan también como un freno para la búsqueda de empleo, reflejando un afán de protección que desalenta la independencia laboral.
Por eso, además de acompañar en los entornos familiares, las Intervenciones sociales deben enfocarse en cultivar la confianza, la resiliencia y la autonomía para abordar el desafío de la búsqueda activa de empleo.
Las empresas, por su parte, deben superar desconocimientos y arquetipos, involucrando tanto a empleados como a líderes en la creación de entornos laborales inclusivos.
Aunque las necesidades de las personas con diversidad funcional comparten similitudes con las demás, la clave es abordarlas de forma inclusiva. Fomentar el diálogo se presenta como la herramienta más efectiva para combatir la discriminación, promover la igualdad y superar estereotipos, construyendo así una sociedad más comprensiva y colaborativa para todos.
Durante estos últimos años, se pone de manifiesto la inclusión no sólo en políticas y en prácticas, sino también en la mentalidad colectiva. El objetivo que aquí prima es la construcción de puentes, derribar barreras y garantizar que todas las personas tengan igualdad de oportunidades.
Debemos luchar por conseguir una sociedad inclusiva, donde la empatía y la solidaridad sean pilares fundamentales, impulsando el apoyo mutuo y la colaboración para superar retos individuales y colectivos.
Técnica Inclusión Sociolaboral de Fundación Sifu