“No come, pues que coma.” “Come demasiado, que coma menos.” “Si se siente mal con su cuerpo, que haga algo.”
Estas son sólo algunas de las coletillas que las personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) a menudo tienen que escuchar. En parte, se debe a la ignorancia de lo que son realmente estos trastornos. Todavía hoy sorprende que cuando hablamos de esto nos olvidamos de que son trastornos mentales y es por ello que visualizar la anorexia como una persona extremadamente delgada y ya está es un error; visualizar la bulimia como una persona que come compulsivamente es un error y visualizar solo una persona que está excesivamente gorda es un error.
Qué son los TCA
Aunque las siguientes líneas no describen detalladamente lo que son los TCA, nos facilitará su comprensión. Según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V), los trastornos de la conducta o comportamiento alimentario constituyen un importante problema de salud por su gravedad y necesidad de un tratamiento especializado y multidisciplinar. Se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento alimentario, con deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial de la persona que los padece. Además, de los trastornos mencionados anteriormente, existen otros menos comunes como pica, trastorno por rumiación, trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos, entre otros.
No obstante, el enfoque de hoy no está puesto en la patología de los TCA sino en su relación íntima con la nutrición y el deporte. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Como consecuencia, uno de los aspectos que van a contribuir a mantener la salud es la alimentación (Bolaños: 1069).
TCA en el deporte
Si nos centramos en el deporte, es cierto que, en un alto porcentaje, concretamente más de un 60%, de mujeres deportistas profesionales experimentan un TCA (Alonso: 369). Sin embargo, el deporte en los TCA también puede ayudar. Centrémonos entonces en los beneficios que el ejercicio físico supone para aquellas personas que padecen un TCA. Entre los beneficios que el deporte comporta, como la segregación de endorfinas o disminución del estrés, también contribuye a una mejor regulación de las emociones, uno de los principales obstáculos que se encuentran los pacientes con TCA, independientemente del tipo. Sin embargo, y debido, en muchos casos, a la obsesión en torno al cuerpo y por lo tanto a la realización excesiva del ejercicio físico, es indispensable que se practique de forma controlada. No solo esto sino, según Reichert, dado que el deporte supone un círculo vicioso entre el cuerpo y la psique, se debe hacer en un entorno controlado. Según el programa de terapia deportiva ambulatoria para personas con TCA llevado a cabo en la clínica Universitaria de Friburgo, lo óptimo es practicar ejercicio en grupos por tal de que los pacientes “adquieran una mejor impresión de su cuerpo y de sus límites y que reflexiones sobre los aspectos problemáticos de la práctica deportiva perjudicial” (Röcker, 2020).
TCA y nutrición
Por lo que a nutrición se refiere, esta no solamente forma parte del proceso de curación de los TCA sino que también puede prevenirlos. Puesto que los malos hábitos alimentarios suponen un factor de riesgo, es necesario insistir en la importancia de desarrollar programas de educación nutricional que modifiquen los hábitos erróneos característicos de la actualidad. Algunas de las características de buenos hábitos alimentarios, y por lo tanto las pautas alimentarias que se siguen en el tratamiento de los TCA, son los siguientes:
- Organizarse en los horarios de comidas, evitar el picoteo y comer entre horas.
- Comer de forma variada que ello evitará la monotonía.
- Insistir en la importancia de la realización de las cinco comidas (desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena).
- Tomar tanto en el almuerzo como en la cena primer plato, segundo plato, un trozo de pan y postre.
- Moderar el consumo de dulces, refrescos, fritos…
- No comer delante del televisor ya que esto hace que el acto de comer se convierta en una acción mecánica que la persona realiza de forma rápida para terminar y hacer otra cosa o de forma lenta si el programa/serie/película que están televisando es mínimamente interesante.
Si bien es cierto que las anteriores líneas solamente nos dan una visión panorámica de cómo se aborda tanto el deporte como la nutrición en relación con los TCA, se requiere de información más detallada por tal de comprender la complejidad que estos trastornos suponen. Como cualquier enfermedad, ya sea física o mental, no se elige, y es por ello por lo que juzgar a una persona como si su trastorno mental fuera una elección es contraproducente. El deporte y la nutrición deben ser las muletas para la curación de un TCA pero ello no se puede producir sin comprensión y apoyo.
REFERENCIAS
Alonso Alfonseca, J. (2006). Trastornos de la Conducta Alimentaria 4, 368-385
Bolaños Ríos, Patricia. (2009) Trastornos de la Conducta Alimentaria 10, 1069-1086.